Hay una cualidad indescriptible al meditar junto a casi 2000 practicantes en el Templo. Aunque cada uno de nosotros está centrado en nuestra propia mente, en colectivo, nuestras meditaciones se elevan mutuamente, haciéndolas más poderosas y bendecidas. Y como todos estamos centrados en el mismo objeto de meditación -en este caso, el deseo amoroso de hacer felices a los demás- y conectándonos al mismo Guía Espiritual, Guru Buda Shakyamuni, el impacto es profundo y crea un sentimiento de paz, gozo y conexión que impregna todo el Festival. Es increíble ser parte de algo tan poderosamente beneficioso.
Después de la meditación de la mañana, Guen-la Dekyong nos animó en su enseñanza a llegar a una conclusión clara: Necesito practicar las enseñanzas de Buda. La señal de haberlo conseguido sería que no hay ni un solo momento en que no estamos practicando el Dharma. Ella remarcó la diferencia entre el conocimiento intelectual y la experiencia real, citando de Gueshe-la: “Necesitamos la protección interna de la experiencia espiritual”. Además, ella dijo: “En cada actividad deberíamos estar practicando nuestras intenciones y puntos de vista de sabiduría. Cada actividad debería ser meditación. Nunca debemos pensar que una vida ocupada y el Dharma son contradictorios. La unión del Dharma y la vida cotidiana ocurrirá naturalmente si amamos las instrucciones.” La clave es que si entendemos que la felicidad auténtica proviene de una mente apacible decidiremos que necesitamos practicar el Dharma, ya que sólo el Dharma puede darnos paz interior.
La conexión de este mensaje con la enseñanza de la tarde sobre la muerte y el karma hizo una combinación poderosa. Guen-la hablaba elocuentemente y apasionadamente sobre la necesidad de meditar en la muerte cada día. Ella dijo que “el camino rápido del Mahamudra no puede dar fruto sin esta meditación. Es el fundamento de la casa del Dharma”. Ella dijo,” Haced de esta meditación vuestro mejor amigo y de esta manera negaos a permitir que nuestra pereza del apego mantenga cerrada la puerta al templo de las realizaciones del Dharma”. Terminamos con la enseñanza fortalecida con la verdad “me puedo morir hoy”.
Por la tarde, en el templo, se hicieron todos los preparativos para la Gema que colma todos los deseos con ofrenda de tsog. Inspirados por las enseñanzas, nos pudimos sentir conectados profundamente a esta gozosa práctica. Y allí estaba de nuevo ese sentimiento indescriptible de meditar y practicar con casi 2000 personas – de sentir nuestra experiencia ordinaria y nuestro alrededor transformado, como si el templo se hubiera convertido en algo más, en un mandala real de un Buda. Y en ese momento la iluminación se siente no tan sólo posible, sino cercana.